Llegar a un escenario donde tienes que presentar tu idea ante inversores no es cualquier cosa, da vértigo y muchas veces no se sabe por dónde empezar. Pero no hace falta que seas un experto en finanzas ni hablar como robot para transformar tu idea en algo que mueva cerebros y cuentas por igual. Lo que importa es transmitir claridad, propósito y un punto de chispa que enganche desde el minuto uno. En 2025 hemos visto cómo el ecosistema emprendedor en España está más vivo que nunca con aceleradoras que siguen empujando, y pitch decks que ya no son solo información técnica fría sino relatos con caras y voz, con alma.

Tienes un límite muy fino entre ser el que aburre en minutos y el que gana la atención. Un buen pitch no es una lista de siglas técnicas, que también cuenta claro, pero se trata de llevar al inversor por un camino que tenga lógica para él. Así que piensa primero en eso, en él, en lo que necesita escuchar más que en lo que tú quieres contar.
Cómo estructurar un pitch que funcione
Empieza por la portada, como si fuera la primera impresión que dejas en un ascensor con alguien potente. Pondrás el nombre, logo si lo tienes y una frase que capte al vuelo el propósito de tu negocio. Esa frase debería decir “esto estoy montando y aquí está el por qué ahora mismo”. Luego sigue con lo que importa de verdad: haz una introducción que conecte hablando del problema real que has visto en tu entorno y que te impulsa a crear. Después explica cómo tu solución lo cubre mejor, qué hay detrás del mercado y sobre todo qué te diferencia del resto. Que no estás repitiendo lo que ya existe, o si lo hay, al menos propones algo que lo mejora.
Luego viene el modelo de negocio, cómo haces dinero, y si puedes añadir métrica de tracción o usuarios aunque sea mínima, mejor. No te olvides del equipo, porque si no hay nadie capaz de llevarlo adelante, el buen papel se desinfla.
Aquí la voz humana es vital. No hace falta dramatizar ni usar frases hechas, solo que se note que lo contarías igual si estuvieras hablando en un bar. El storytelling importa porque ayuda a que el inversor vea que esto tiene chispa y que podrías ser tú quien encienda esa chispa. No se trata solo de datos duros, esos vienen después. Y ojo, no metas más de 12 diapositivas. Diez slides suele ser el equilibrio perfecto.
Qué puedes hacer ya para prepararte
Si estás leyendo esto con una idea en mente, más te vale que empieces ya. Busca plantillas actualizadas, comparte tu idea con alguien cercano, haz el elevator pitch de no más de 60 segundos y pregúntale si se entiende lo que haces y por qué importa. Luego, prepárate para cada tipo de público: si vas a un business angel, el tono es uno, si vas a un fondo pre-semilla, estudia qué les mueve ahora.
Practica y revisa tus slides como si fuera una mini obra de teatro. Más de uno repite el pitch como ensayo general y eso se nota. Y si puedes, participa en eventos de inversión que se celebran en Madrid y Barcelona. Hay gente que consigue cerrar rondas en minutos porque lo que transmiten es contundente, no porque lleven 100 páginas.
Al final del día se trata de eso: de hacer que tu presentación no sea solo vistosa, sino que sea creíble y convincente. Que si te sientan con cinco inversores, al menos uno piense que “este sabe contar lo suyo, tiene tablas y seguro que lo lleva adelante”. Ese momento existe, y he visto proyectos españoles romper el hielo solo porque un pitch bien contado marcó la diferencia.