De idea a empresa en 90 días: los pasos que toda startup debe seguir hoy

Marca el camino desde el primer día

Todo empieza con una idea. Pero sin rumbo ni método se queda en eso, una idea. Si de verdad quieres montar tu empresa en 90 días, el primer paso es definir qué problema resuelves, a quién ayudas y por qué te van a elegir a ti. Este punto es más importante de lo que parece, porque es lo que va a guiar cada decisión.


En esas primeras semanas toca moverse rápido. Elige un nombre provisional, define tu propuesta de valor y tu público objetivo. A la vez, piensa qué forma legal te conviene. Si vas en serio, la Ley de Startups es clave: en España, una startup es una empresa joven, innovadora y con menos de cinco años de vida. Cumplir con eso te abrirá la puerta a ayudas y ventajas fiscales.
Mientras te decides, avanza con lo básico. Reserva el nombre en el Registro Mercantil, prepara una cuenta bancaria para tu sociedad y redacta unos estatutos sencillos. No hace falta tener todo perfecto, pero sí un marco legal claro. En paralelo, sal a la calle, habla con gente, valida tu idea con posibles clientes. Pregunta, escucha, corrige. Ese feedback temprano vale más que cualquier plan de negocio de veinte páginas.
También conviene mirar desde el inicio las fuentes de financiación. En 2025 hay programas públicos que pueden aportar capital inicial a startups innovadoras. No te obsesiones con conseguir dinero el primer día, pero tenlo en el radar desde el principio.

Construye la estructura y lanza tu producto

Hacia el día 30 o 45 deberías tener ya la empresa constituida y un producto mínimo viable (MVP) en marcha. No tiene que ser perfecto, solo funcional. Algo que puedas enseñar, probar y ajustar. El error más habitual es esperar demasiado para lanzar. Lo que no se prueba, no mejora.
En esta fase también toca organizar el equipo, aunque sean tres personas. Define qué hace cada uno y establece métricas sencillas: cuántos usuarios pruebas tienes, cuánto cuesta conseguir un cliente o cuántos vuelven. No hace falta complicarse con grandes hojas de cálculo. Lo importante es medir para poder decidir.
Empieza a buscar tus primeros clientes o usuarios reales. Si no pagan, al menos que usen tu producto y te den información. Esa es tu primera validación real. Y recuerda: si en los primeros 60 días no hay resultados, algo hay que cambiar. Pivotar a tiempo puede salvarte.
Cuando llegues al día 90 deberías tener tres pilares firmes. Una empresa legalmente activa, un producto probado con usuarios y un plan claro de financiación o crecimiento. Puede ser inversión privada, ayudas públicas o autofinanciación. Lo importante es que sepas cómo vas a sostener el proyecto los próximos seis meses.

Evita los errores y mantén la velocidad

El peor enemigo de una startup es el perfeccionismo. Esperar a tenerlo todo listo te hace perder oportunidades. Mejor lanzar, medir y ajustar. Así se construyen las empresas que sobreviven.
También es clave no dejar de lado lo legal ni la financiación. Si lo haces tarde, puedes quedarte fuera de programas o ayudas que encajarían contigo. Y, sobre todo, pon el foco en la innovación real. Innovar no es solo tener una app nueva, es resolver un problema de forma diferente. Si tu proyecto demuestra eso, tendrás más puertas abiertas y más apoyo institucional.
Y, aunque suene obvio, mantén el ritmo. 90 días pasan volando. Si no planificas, te come la rutina. Crea una agenda básica, con tareas semanales y revisiones. Por ejemplo, los martes analiza clientes y los viernes revisa costes. Esa constancia es la que convierte una idea en una empresa real.

Los primeros tres meses son para sentar las bases. Define bien tu propósito, valida la idea cuanto antes, monta la estructura legal mínima y lanza algo tangible. No necesitas millones, necesitas foco. Si lo haces con cabeza y ritmo, en 90 días podrás mirar atrás y decir: “ya no tengo una idea, tengo una empresa”.

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