Due diligence para startups: lo que todo fundador debería preparar antes de la ronda

Si estás al frente de una startup y estás pensando en una ronda de financiación, tienes que tener muy claro que la etapa de due diligence no es una opción, es el paso que marca si el inversor confía o guarda la carta en la manga. Puede parecer algo técnico, lejano, pero en realidad tiene un impacto sobre tu negocio, tu equipo y tu futuro. En 2025, con los mercados más exigentes, esas auditorías previas se han vuelto incluso más rigurosas. El entorno ya no compra ideas por volumen, busca seguridad, tracción, gobernanza, métricas reales. Si no estás preparado, perderás valor antes de empezar.

Qué implica un buen proceso de due diligence

El término due diligence suena un poco sofisticado, pero al final es una revisión profunda de muchos frentes de tu empresa. Los inversores van a querer ver que lo que dices se cumple, que los números cuadran, que los riesgos están identificados y que tienen un plan de mitigación. Esto va más allá del pitch bonito y de los gráficos llamativos. Significa revisar finanzas, legal, operaciones, tecnología, equipo… todo. Si algo falla, puede frenarse la ronda o salir en condiciones menos favorables para ti.

A nivel financiero van a mirar tus estados, los flujos de caja, las previsiones… ¿Son coherentes o parecen infladas? A nivel legal, los contratos, la propiedad intelectual, los estatutos, la cap table tienen que estar en orden. A nivel operativo, ¿el modelo de negocio escala? ¿Tu tecnología funciona como dices? A nivel de equipo, ¿tienes las personas correctas, experiencia demostrada, roles definidos? Cuanto antes revises esto, mejor colocado estás para abrir la ronda. Y si lo haces con transparencia, ganas credibilidad, lo cual puede traducirse en mejores condiciones.

Cómo prepararse para que tu due diligence sea un impulso y no un freno

Si lo haces bien, la due diligence no te destruye, te impulsa. Primero, haz un inventario de todo lo que tienes: documentos financieros, contratos, patentes, licencias, datos de clientes, métricas clave. Organízalo de forma que puedas entregarlo en un data room digital, limpio, accesible y actualizado. Segundo, sé honesto con lo que tienes y lo que no. Si algo no está al cien por cien, mejor que lo sepas tú antes que lo detecte el inversor y pierdas confianza. Tercero, piensa en la narrativa: los inversores no solo quieren números, quieren entender tu visión, por qué tienes ventaja, cómo vas a escalar. Esa historia debe estar entretejida con los datos.

También es clave que pienses en horizonte y contexto: ¿Dónde estás ahora? ¿Qué expectativas tienes? ¿Qué hará tu empresa en los próximos 12 a 24 meses? Tener proyecciones realistas y vías de crecimiento claras te hará ganar puntos. Pero ojo: no confundas optimismo con exageración. En 2025 muchos fondos están siendo muy selectivos, pidiendo más que “crecimiento” pidiendo “sostenibilidad”. Así que tu modelo debe demostrar que no solo creces, sino que puedes mantenerse vivo ante adversidades.

Reflexiona sobre el factor humano y cultural: el equipo importa. Si el fundador sale de escena mañana, ¿Qué pasa? ¿El equipo tiene la capacidad para seguir? Esto es especialmente valorado cuando los ciclos de financiación se alargan o el contexto económico se complica. Como fundador, tu labor no termina al cerrar la ronda, empieza allí. Por eso mostrar que tienes estructura, governance, proceso es una señal muy potente.

En definitiva, si estás preparando una ronda, piensa que el due diligence no es una “verificación molesta”, es la puerta por la que el inversor decide entrar. Si la puerta está bien preparada, el camino es más corto y las condiciones mejores. Si no, puede que tengas que negociar menos o incluso abandonar. Aprovecha este proceso para fortalecer tu empresa. No lo veas solo como un obstáculo, sino como una oportunidad para profesionalizarte y ganar en credibilidad.

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